EL MONTAJE

¿Qué puedo decir de Lope a estas alturas? Desde la primera vez que llevé al Fénix a escena hasta hoy han pasado más de dos décadas y casi una decena de títulos. Es probablemente el autor que más veces he montado.

Y es que me gusta leer a Lope; me gusta escenificar a Lope. Adoro su frescura, su verso ágil y bello, y su concepto del amor desmedido, poderoso y fugaz. Admiro su aprecio, su defensa de la dignidad de la persona por encima de las convenciones sociales. Y me rindo ante su producción poética y dramática, tan inabarcable y variada.

Además, trabajar una obra de Lope aporta un tipo de vitalidad muy particular, un concepto del tiempo dramático muy preciso y la maravillosa oportunidad de usar un castellano depurado y preciosista que parece brotar de los personajes sin dificultad.

Peribáñez me atrapa de manera especial porque, además de ser una de las obras más señeras de su repertorio, es, en esencia, la historia de una respuesta imprevisible ante un abuso de poder que parecía imparable. La convención social de la época solo ampara al poderoso y deja completamente desvalido al humilde que, finalmente, debe defender a su familia y a su casa saltándose el orden establecido. La conclusión parece clara: si el orden de las cosas no es justo acaba saltando por los aires.

Es curioso que las más conocidas y representadas de Lope —pienso también en Fuenteovejuna—  sean historias sobre las contradicciones de un sistema que pretende ser el único y que obliga a las personas a apartarse del orden establecido para restablecer su dignidad. Y respecto a lo dramático, ya lo decía el propio Lope en El arte nuevo de hacer comedias:

 

Los casos de honra son mejores

Porque mueven con fuerza a toda gente

 

Así, queda claro que uno de los objetivos principales del dramaturgo es “mover” a la gente. Conseguir que les importe lo que ven y los transforme, los haga reflexionar y los emocione mientras los entretiene. Nuestro objetivo al montar esta nueva versión de Peribáñez —adaptada a nuestro tiempo, a nuestros espectadores, pero sin perder de vista el original— es parecido: que el espectador pueda, mientras disfruta del espectáculo, plantearse algunas cuestiones sobre su presente mientras contempla una historia del pasado.

 

Nuestras maneras teatrales como compañía son conocidas: el actor y la palabra en primer plano, la música en directo, el trabajo de elenco y una manera de entender el teatro sin artificios ni inventos epatantes.
 Entendemos que ofrecer los clásicos al espectador es una responsabilidad, pero también una cuestión de disfrute artístico. La consideración de los dramaturgos del Siglo de Oro, en este caso Lope de Vega, como autores para eruditos nos parece un despropósito cultural. No hay que olvidar que nuestros autores áureos escriben teatro para contar historias a la gente sencilla, entretenerla, enriquecer su espíritu y, en ocasiones, producir una reflexión. Creemos que el teatro debe ser, sin perder sus calidades ni sus virtudes, accesible; y para ello trabajamos.

 

Eduardo Vasco

Distribución

Delfina Braun
663 750 447

 

Web actualizada 21/4/2024

 

 

 

 

 

 

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