Han dicho...

'Abre el ojo', la exquisitez de un clásico

Eduardo Vasco traza una dramaturgia que hace sobresalir todo lo bueno que Rojas Zorrilla proporciona en su texto

 
Abre el ojo es una obra de teatro del dramaturgo español Francisco de Rojas Zorrilla, nacido en Toledo en 1607. La obra se distingue por su originalidad, su ingenio y su dominio de la técnica dramática. El autor fue uno de los más destacados seguidores de la escuela de Calderón de la Barca y uno de los preferidos de Felipe IV.
 

Se puede afirmar que esta comedia raya en lo picaresco, puesto que la acción está impulsada por el motor del interés personal por conseguir cada personaje lo que ambiciona o necesita, ya sean bienes materiales, amores u honores.

Más que una comedia típica de enredo e intriga, que lo es, en ella se da algo definitorio de una obra de Rojas: una comedia de caracteres. Es un cuadro divertidísimo de «damas» cortesanas, con todos los enredos y tretas de que usan ellas para exprimir a los galanes haciendo prudente empleo de su persona. No se trata de gente del bronce, es decir, resuelta y pendenciera, sino discretas entretenidas y caballeros no menos discretos y pundonorosos, que tratan de vivir placenteramente. Rojas, que suele ser un autor bastante verborreico, se modera en esta comedia y construye unos diálogos veloces y chispeantes, pletóricos de agudezas, muy intencionados y felicísimos en la caracterización. Y si tuviera que entresacar alguna entre muchas situaciones, lo haría con las escenas a cargo del gracioso Cartilla, con las que Rojas monta una verdadera caricatura de los lances de amor. Es esta sin duda una de las comedias de este autor barroco de más penetrante humor, más movidas y mejor dialogadas.

 

En síntesis, la obra narra las peripecias amorosas de tres hombres y tres mujeres que se ven envueltos en una serie típica de equívocos, engaños y celos. El argumento gira en torno al tema del amor por interés, que el autor critica con ironía y humor. Aquí tenemos a tres hombres que aman a una misma mujer y a tres mujeres que quieren seducir al más apuesto. Por ello, frente a los finales felices habituales, esta obra nos presenta una conclusión realista, en la que no hay casamientos, sino advertencias sobre los riesgos de dejarse llevar por las apariencias. Y esa advertencia viene dada, tanto en el título de la obra, como en la escena final, con ese «abre el ojo», no sea que te seduzcan no por amor verdadero, sino por oscuro interés.

 

Con estos mimbres, el saber, el respeto, la finura y la exquisitez que acostumbra, Eduardo Vasco ha trazado una dramaturgia que hace sobresalir todo lo bueno que Rojas Zorrilla proporciona en su texto. Si en la obra hay humor, Vasco lo actualiza ya desde el inicio con la referencia al asunto de los géneros y el lenguaje inclusivo y lo desarrolla con el personaje Cartilla perfectamente dibujado; si la acción es dinámica, el director apuesta por unos personajes que no están nunca quietos y hasta imagina una estructura escénica resuelta por una plataforma circular, bellamente decorada con motivos vegetales, que gira y ofrece la posibilidad de escenarios diversos; si hablamos de diálogos, el trabajo sobre las dicciones del verso es de una claridad perfecta en la que se trabaja la entonación de la frase como un conjunto ordenado de palabras que tiene sentido completo; si lo que hay que resaltar son los caracteres, están todos los personajes bien individualizados y son percibidos por sus diferencias con los prototipos del género: ni el galán es el típico galán, ni la dama, la tópica dama barroca, ni el gracioso es el personaje del que los demás se ríen. Ahí, en todo lo que se une para tejer un excelente espectáculo, surge la mano de Eduardo Vasco para mover los hilos con un equilibrio medido. Y luego está la nota ya genética del teatro de este director: la música; tan importante la instrumental en escena, como las canciones que introduce a coro, que son un elemento más que ayudan a entender, a facilitar y a estructurar el espectáculo. Excelente dirección tanto en las grandes decisiones, como en los detalles más minimalistas.

 

El montaje se caracteriza por la sencillez y la naturalidad tanto de la puesta en escena como de la interpretación. Citada ya la escenografía ingeniosa y funcional de Carolina González, ayudada por una iluminación adecuada, cabe señalar la importancia, también en la configuración de caracteres de los personajes, de los figurines de Lorenzo Caprile, que no solo son bellos en sí mismos, sino que son verdaderos complementos conceptuales.

 

Una obra con nueve actores que interpretan y cantan con una intervención general sobresaliente. Los personajes femeninos son los que llevan la voz cantante y los que manejan los hilos de la acción, en la que los hombres parecen marionetas a merced de los deseos de las damas. Doña Clara, soberbiamente interpretada por Elena Rayos, tan bien vestida por Caprile, que alguien puede pensar en una cortesana dispuesta a ofrecer sus favores a cualquier amante, no es nada frívola ni lujuriosa, sino una persona independiente, que aprovecha la realidad de los amantes para sacar de cada uno lo que puede con el fin de mejorar su «estado de bienestar»; es bastante racional y no es mala gente. Doña Beatriz, a la que pone carne y hueso de escenario, Mar Calvo, tiene que diferenciarse de la anterior y lo hace con un carácter dibujado con menos protagonismo, tanto en su discurso como en su presencia escénica, y, por tanto, su interpretación tiene que ser de una profesionalidad exquisita para mantener el equilibrio de la contención, aunque los objetivos y la moral un tanto laxa sean compartidos por todos los personajes femeninos de la obra. La viuda Hipólita, encarnada por Celia Pérez, se distingue por su porte adusto, su vestido negro y el poder de atracción interesado de los tres personajes masculinos; puede no mover una pestaña, si llega el caso, pero su gracia seria ahí está, como un contrapunto. Marichispa, la criada, Anna Nácher, es el contraste en el contexto de las damas, con las que comparte el realismo de la vida, aunque mantiene su dignidad de clase; también, como las otras, une en sus objetivos lo amoroso y lo económico, y se desenvuelve con gracia, con su punto de comicidad y con el desparpajo y la astucia propia de los tipos populares.

 

En los personajes masculinos hay que citar por un lado a los tres galanes y por otro al gracioso. Entre los primeros, Rafael Ortiz crea un don Clemente, que es un galán atípico, una especie de don Juan arrogante y seductor, con una versatilidad digna de encomio, pues ha de cambiar de actitud permanentemente al tener que estar engañando a una dama tras otra, lo que nos muestra la falsedad, el cinismo, la arrogancia, el miedo a verse desenmascarado, la impostura y las limitaciones de un personaje contradictorio y complejo. Alberto Gómez Taboada interpreta el personaje don Julián de la Mata, un segundo galán más duro, a veces prepotente, en especial en la escena de las bofetadas; su interpretación está en consonancia con la excelencia del resto del elenco. Jesús Calvo pone voz y cuerpo a Juan Martínez Caniego es quizá el más prototípico de los personajes de comedia de la época, y tiene su sentido en esa fina ironía que utiliza Rojas Zorrilla para criticar los asuntos de honor; realiza su papel de manera extraordinaria. Y hay que citar con mención especial a Manuel Pico, que realiza un Cartilla que se gana al público desde que abre la boca hasta el final con sus guiños y ocurrencias y con ese papel preponderante con el que le ha dotado el texto de Zorrilla y el director del montaje.

 

El Abre el ojo de la compañía Noviembre, con Eduardo Vasco al frente, considero que es el mejor espectáculo del Ciclo de Teatro Clásico de esta temporada del Teatro de Rojas y el que eleva considerablemente el nivel medio de lo que hemos visto hasta ahora. Con Abre el ojo los espectadores se han divertido con una obra clásica muy bien hecha y decir bien hecha en los tiempos que corren es ya decir mucho. El público toledano reconoció el trabajo con los más cálidos aplausos en las dos representaciones que se han ofrecido.

 

Antonio Illán Illán

—Abc—

3/12/23

 
 
 
 
 
 

"Abre el ojo": Guerra de géneros

en el Siglo de Oro

 

 

 

Cuando tres hombres aman a la misma mujer y tres mujeres anhelan al más agraciado de ellos, ¿qué puede salir mal? En Abre el ojo, comedia cínica y desengañada sobre la guerra de géneros, Francisco de Rojas Zorrilla hace un divertido ejercicio de realismo bufo. En vez de escribir un final idealista, con emparejamientos felices, como se estilaba en el Siglo de Oro, el autor predilecto de Felipe IV remata su obra lanzando un aviso para personas solteras: “Abre el ojo”, no sea que te seduzcan por interés. En su versión, que se representa en el Festival de Teatro Clásicos en Alcalá (y después en Chinchilla, Almagro, Bogotá, Alicante y el Teatro Fernán Gómez de Madrid), Eduardo Vasco actualiza el tema introduciendo unas coplas donde se alude también a las personas no binarias. Ni en la guerra ni en el amor hay juego limpio, vienen a decirnos el autor y el propio Vasco, director de esta función ágil, ligera y bien representada.

 

Ninguna de las costumbres que Rojas Zorrilla retrata resulta ejemplar: Abre el ojo se asemeja a la novela picaresca más que a las comedias de capa y espada, donde siempre aparece algún personaje de proceder noble. Aquí todos tienen doblez, pero alguno de sus comportamientos se justifica por lo empobrecida que estaba la España de 1640. En el año de escritura de esta pieza, la monarquía católica, agotada por guerras sucesivas, sufrió la sublevación de Cataluña (iniciada a raíz de las malas cosechas) y el levantamiento secesionista de Portugal.

 

Aquí Doña Clara no es una prostituta, como suele inferirse del   personaje, sino una mujer libre y celosa de su independencia

 

En la interpretación arrojada de Elena Rayos, Doña Clara no es una prostituta, contra lo que suele inferirse de una lectura epidérmica de este personaje, sino una mujer libre, celosa de su independencia, que entretiene a varios amantes para llegar a fin de mes: de cada uno de ellos toma lo que le conviene. En esa época, los autores retrataron a personajes tan libérrimos como este o como la protagonista de La viuda valenciana, de Lope, sin que la censura les atajara. También Clemente, encarnado por Rafael Ortiz, se sale del cliché del galán: cada dos por tres ha de ocultarse (dentro del baúl) de otros amantes que aparecen sin sucesión de continuidad. Abre el ojo es un vodevil, escrito 200 años antes que los de Labiche y Feydeau.

 

Personificado por Manuel Pico, Cartilla es un gracioso con salero. Mar Calvo y él le sacan jugo a las canciones. Alberto Gómez Taboada hace más bronco y afilado el papel del segundo galán, porque Vasco añade al texto original tres escenas de golpes y bofetones extraídas de No hay amigo para amigo, otra farsa de Rojas. La moral de la segunda dama y de la criada, interpretadas con gracia por Celia Pérez y Anna Nácher, es tan flexible como la de Clara. El Don Juan de Jesús Calvo parece escapado de una comedia de figurón. Las menciones al precio de las cosas que aparecen entreveradas en la obra son un reflejo de la carestía y la mengua que soportaba la población española, pero también la europea.

 

Javier Vallejo

Babelia —EL PAÍS—

24/06/2023

 

 

Abre el ojo’, una desternillante comedia de Rojas Zorrilla

Exitosa puesta en escena de la compañía Noviembre dirigida por Eduardo Vasco

 

Casi todo es aquí brillante y bien construido. Desde la obra del toledano Francisco de Rojas Zorrilla (Toledo 1607, Madrid 1648), a la versión y dirección de Eduardo Vasco, que ha sabido sacar todo el jugo a Noviembre Compañía de Teatro. Comencemos conociendo a Rojas Zorrilla, dramaturgo español de la escuela de Calderón, a quien las ‘Jornadas de Teatro Clásico de Almagro 1999’ tuvieron como eje central. No hay que olvidar que este autor sería luego ampliamente imitado y refundido, incluso por autores dramáticos extranjeros.

 

Y claro, en Almagro se han representado algunas de las más de sesenta obras que llegó a escribir. Y eso, con tan variada temática como la mitológica, dramas de honor, de costumbres, autos sacramentales, comedias de santos, y hasta las llamadas ‘de figurón’. Hasta tal punto, que las aportaciones de Rojas Zorrilla al teatro clásico español son varias y de gran importancia. Algunas de sus creaciones están dotadas de una particular ‘vis cómica’, tan desternillante como en ‘Abre el ojo’, y llegando a crear, por otra parte, el nuevo subgénero teatral llamado ‘Comedia de figurón’.

 

He aquí algunas de las representaciones de Rojas Zorrilla, que hemos podido aplaudir en Almagro: ‘Sin honra no hay amistad’ (2009 y 2019); ‘Entre bobos anda el juego’ (1982, 1999, 2007, 2011, 2019); ‘Obligados y ofendidos’ (1998); ‘Del rey abajo ninguno’ (2007); ‘Donde hay agravios no hay celos’ (2009, 2012, 2014); ‘Morir pensando matar’ (2007), o ‘La ventana de Rojas’ (2007), una panorámica sobre su obra de conjunto.

 

La obra

Sobre Rojas Zorrilla, la Universidad de Castilla-La Mancha tiene editado un volumen exhaustivo sobre su obra y características, a cargo del profesor Pedraza, jubilado recientemente como catedrático, y como codirector de las Jornadas de Teatro Clásico de Almagro. (Felipe B. Pedraza Jiménez, Estudios sobre Rojas Zorrilla, Cuenca, Ediciones de la Universidad de Castilla la Mancha (Corral de Comedias, 21), 2007).

 

En el estudio de los diversos trabajos de Francisco de Rojas, y más concretamente en lo que se refiere a la ‘comedia cínica’, son dos las obras que ocupan el interés de Pedraza: ‘Abrir el ojo’ y ‘Lo que son mujeres’. El artículo muestra la técnica de Rojas, que lleva hasta el extremo el absurdo, basándose en el respeto a las convenciones dramáticas.

 

‘Abre el ojo’ (representada en los escenarios almagreños en 2002, 2012 y este 2023), y que hemos podido disfrutar a rabiar en el Espacio Áurea durante los días 7 y 8 de julio, está encuadrada en el apartado de ‘Comedias de costumbres’, con Eduardo Vasco como autor de la versión y director. Entre los cargos que ha ostentado, figuran el de fundador y Secretario general de la Academia de las Artes Escénicas de España, y el de Director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, CNTC.

 

Pues bien, en 1995 funda nuestro director la ‘Compañía de Teatro Noviembre’. Compaginando su actividad en el Centro Dramático Nacional, con la dirección de la CNTC entre 2004 y 2011 y el Teatro de la Abadía, además de Vicedirector de la Real Escuela Superior de Arte Dramático, RESAD, entre otros. Ha recibido diversos premios y condecoraciones. Y ha trabajado con profusión a nuestros autores del Siglo de Oro (Lope, Calderón, Tirso, Cervantes, Rojas Zorrrilla), además de otros contemporáneos europeos como Cocteau, Ibsen, Chejov, Camus, o Beckett.

 

La función

Para Eduardo Vasco, “en ‘Abre el ojo’ reina una suerte de vodevil en el que manda la alegría de vivir mientras se sobrevive, y no encontramos rastro de ese concepto del amor galante y puro que suele gobernar nuestras comedias áureas. ¿Fidelidad? ¿Amor ideal? ¿Constancia? ¿Matrimonios? ¿Contención de los deseos sexuales? No esperen ver nada de esto en la comedia”.

Por el contrario, nuestro director asegura que “nuestros personajes viven al día desde el punto de vista económico y emocional, y nada importa salvo conseguir el dinero inmediato, el placer en el momento”. En la representación sí encontramos con profusión “entradas y salidas, tapadas, escondidos, enredos, comicidad al límite, y una comedia de una gran efectividad con un solo propósito: que el espectador ‘abra el ojo’ y no se fíe de nadie que venga en nombre del amor” (“Abrid el ojo señoras / señores, abrid el ojo”).

 

Como el más genuino teatro integral del Siglo de Oro, la función de ‘Abre el ojo’ está salpicada toda ella de ilustraciones musicales. Desde la bienvenida por todos los actores que cantan con la ayuda de guitarra y ukelele, a la cómica despedida en lenguaje inclusivo, pasando por la actuación en segundo plano con el citado ukelele e instrumentos de percusión. Todo el rato se hace un guiño a los solteros, solteras y solteres (sic), poniendo en guardia a los presuntos enamorados, habida cuenta de que no todo es lo que parece. El verso de Rojas está logrado en orden al éxito de comicidad que pretende, la música le añade un valor añadido, y los papeles están primorosamente encarnados sin excepción -particularmente el criado- si bien no nos atrevemos a resaltar a unos sobre otros. Grupo muy compacto y excelentemente sincronizado y con rico vestuario.

 

Curiosamente, también la música es de la autoría de Eduardo Vasco, quien, por cierto, lleva años trabajando estrechamente con el diseñador y modista Lorenzo Caprile, que este año ha recibido un cálido y emotivo homenaje en el Corral de Comedias, y que ya es un personaje harto popular tras su sexta temporada en ‘Maestros de la costura’, de TVE. Formado en Nueva York y en Milán y con ascendencia italiana, Caprile es desde 2012, figurinista de la CNTC. Nos gustó especialmente el magnífico y elegante vestuario que se exhibe en toda la obra.

 

La entrevista

Al término de la función hablamos con Rafael Ortiz, de ‘Noviembre Teatro’ y esto es lo que nos confesó: “Se trata del tercer espectáculo casi seguido que dirige Eduardo Vasco sobre obras de Rojas Zorrilla. Primero hicimos ‘Entre bobos anda el juego’, luego ‘Amo y criado’ en 2022 (en coproducción con una compañía colombiana). El repertorio lo elije él, porque es el productor, director y alma de la Compañía…”

 

Noviembre Compañía de Teatro’ ya ha participado varias veces en el Festival, “incluso cuando Vasco simultaneaba ‘Noviembre’ con la CNTC cuando él era director. Al acabar su andadura con la CNT, seguimos viniendo casi todos los años, incluso con coproducciones con otras compañías. Además, hemos venido a Almagro también como espectadores, porque es una cita ineludible para el mundo relacionado con el teatro”.

 

A lo largo de la obra ‘Abre el ojo’ hay numerosas referencias a la ciudad de Almagro, “y eso no es cosa de la versión, aclara Rafael Ortiz, sino que está en el texto original de Rojas Zorrilla, donde aparece el regidor de Almagro como uno de los personajes de la trama. Estamos encantados de la acogida de nuestras funciones, que han estado llenas de estupendos espectadores y en perfecta sintonía con el equipo actoral”.

 

Joaquín Muñoz Coronel

LANZA Diario de La Mancha

10/007/2023

 

Una comedia áurea de espíritu materialista

Noviembre Teatro, dirigida por Eduardo Vasco, alcanzó la complicidad del público en su representación de 'Abre el ojo' de Rojas Zorrilla

 

La comedia de enredo es uno de los motivos más presentes en el teatro del Siglo de Oro y uno de los más celebrados por el público actual. Este fin de semana dos de ellas se han dado cita sobre los escenarios del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, por un lado 'La dama boba', de Lope de Vega, y por otro 'Abre el ojo', de Francisco de Rojas Zorrilla.

 

Esta última tiene además la peculiaridad de romper muchos esquemas con respecto a los valores más habituales de la comedia aurea. El texto rompe con los preceptos del amor romántico y presenta unos personajes absolutamente materialistas capitaneados por una doña Clara (interpretada por Elena Rayos), que es la auténtica reina del enredo. Estrenado en 1640, es pues un teatro subversivo en comparación con los textos de 20 años atrás.

 

La propuesta que la compañía Noviembre Teatro ha llevado a la Antigua Universidad Renacentista, bajo la dirección de Eduardo Vasco, responsable también de la adaptación del texto, carga las tintas en esos rasgos humorísticos, desde el mismo vestuario diseñado por Lorenzo Caprile.

 

La puesta en escena, con un escenario que gira sobre sí mismo para mostrar los dos decorados que sirven de fondo al montaje, es bastante ágil y no pierde el ritmo ni siquiera en los momentos en que los actores se convierten en músicos para marcar los momentos de la trama.

Los actores se mueven bien en el manejo del verso, en especial Elena Rayos y Rafael Ortiz, que interpreta a don Clemente.

Ambos se convierten en el vértice de sendas tramas amorosas en las que el engaño, la confusión, los escondites y la manipulación están a la orden del día. Don Clemente tiene tres amores, la propia doña Clara, una viuda, doña Hipólita (Celia Pérez), y una tercera dama, la muy religiosa doña Beatriz (Mar Calvo). Pero Doña Clara también tiene su trío de enamorados que encabeza el propio don Clemente, pero a la vez mantiene otras relaciones con don Julián (Alberto Gómez Taboada) y don Juan Martínez, regidor de Almagro (Jesús Calvo).

 

Los personajes se completan con los inevitables criados del teatro barroco español, personajes que van de lo cómico a lo canalla, pero que en esta obra se ven ensombrecidos por sus propios amos. Cartilla (Manuel Picó) sirve a don Clemente con una mezcla de consejos y cobardías; mientras que Marichispa se desvive por cumplir los deseos de doña Clara. Entre las dos consiguen confundir y exprimir a los caballeros que las rodean, de los que obtienen dinero, muebles, joyas, ropas…, sin ningún tipo de reparo.

 

En este sentido, sorprende la dimensión de doña Clara, un personaje plenamente activo, una mujer dueña de su destino y dispuesta a todo por mantener su estatus, para la que el amor es solo una de las cosas que desea. Todo un rasgo de modernidad.

 

Los espectadores entraron con facilidad en el juego que planteaba Noviembre Teatro, y así lo demostró con sus carcajadas y sus aplausos en momentos en los que los actores dieron entrada al lenguaje inclusivo.

 

Diego Farto

La tribuba de Ciudad Real

9/07/2023

 

 

Abre el ojo

 

La Compañía Noviembre Teatro abrió el 17 Festival de Teatro Clásico en la Villa del Caballero (Olmedo, Valladolid) con Abre el ojo de Francisco de Rojas Zorrilla. La Corrala Palacio del Caballero no se llenó de todo, creo yo que por la hora de comienzo. Las once de la noche es una hora muy buena si vives en Olmedo, pero para los que no vivimos es mala, para decirlo pronto y rápido. Cuando termina, son cerca de la una de la madrugada y para los que tenemos régimen canónigo se nos hace muy cuesta arriba luego levantarse a Maitines.

 

Esta obra ya había pasado por el Teatro Calderón y sabíamos que Rojas Zorrilla es el artista más canalla del Siglo de Oro, de hecho, lo mataron en la calle en un lance. Debía ser bastante pendenciero.  Esto, como no podría ser de otra forma se ve reflejado, se ve reflejado en Abre el ojo que versiona y dirige Eduardo Vasco. Curiosamente, todos los personajes son amables y todos muestran un humor en verso  paródico marca de la casa.

 

Lo que más me gusta de ciertas historias es la contradicción y la ironía que encierra, también ciertas dosis de tontería, risa y ligereza. Rafael Ortiz se está haciendo un actor como la copa de un pino y sabe dar al personaje de Don Clemente las dosis exactas de cinismo para que sea creíble. Elena Rayos, Doña Clara exuberante, cautivadora, pécora, con gracia y con un tono de voz que se oía hasta en la Plaza San Julián. Alberto Gómez Taboada sabe dar a su personaje de Don Julián de la Mata la pose y el movimiento que necesita para no pasarse de la raya y luego está Manuel Pico que borda -nuevamente- su personaje de Cartilla y se mete al público en el bolsillo cuando quiere y como quiere.

Y todo esto en un espacio reducido pero que gracias a que la obra la tienen muy trabajada y, se nota, no necesitan más. La música, la justa, sirve para recrear la "atmósfera de castillo" que requiere la obra.  Ahora que el teatro tiene que combatir con tantos focos de entretenimiento resulta que vienen los autores del Siglo de Oro a sacar las castañas del fuego a compañías, ayuntamientos y hasta a las asociaciones de vecinos.  Es lo que tiene cuando no se da "gato por liebre".  Que de que va la obra... pues del poliamor que ahora está muy de moda, pero como todo,  ya tuvo su momento en la historia de la humanidad.

 

Agreda L.M.

Tribuna de Valladolid

24/07/2023

Abre el ojo, y de nadie te fíes

Una divertida comedia ‘cínica’ de 1641 que parece de ayer mismo, como tantas del Siglo de Oro. Versionada y dirigida por un veterano adaptador de los clásicos, es una producción de sencilla puesta en escena y amplio y competente reparto sobre un texto magnífico, ocurrente, chispeante, que da gusto escuchar.

 

Este entresijo de ligoteos entre tres damas y tres caballeros, sazonado por las picardías y desventuras de la típica pareja de criados, presenta de manera tan desenvuelta las relaciones sentimentales entre sus personajes que rompe de nuevo el tópico de adustez puritana con que hemos deformado aquella época del imperio español. En esta ‘Abre el ojo, o sea, el avisos a los solteros’, Don Clemente, el caradura que simula amor eterno donde solo ve aventuras pasajeras, y Doña Clara, la desenvuelta querindonga que se deje a cambio de dinero, se relacionan con toda crudeza y ninguna poética. Él ha despachado a un primer amorío, Doña Beatriz, que aún no se ha recuperado del disgusto, y lleva seis años de devaneos infieles con la locuaz Doña Hipólita, que se sabe engañada pero no puede impedirlo. Doña Clara, la mantenida, se deja querer (y obsequiar) por un ridículo Don Julián de la Mata y por un tontorrón funcionario manchego, Juan Martínez Caniego. El criado de Don Clemente es el gracioso y cobardica Cartilla, y la criada de Doña Clara, es la avispada Manichispa. Y por aquí y por allá anda un ganapán que ni habla ni pasma pero ayuda en los trasiegos.

 

Francisco de Rojas Zorrilla (1607-1648) fue un dramaturgo de la escuela de Calderón, que vivió poco y escribió mucho, unas sesenta obras. ‘Abrir el ojo’ es de 1641 y nos la presentan como una comedia de capa y espada, urbana, pero que se aleja de sus precedentes al presentar unos personajes de dudosa catadura moral que tienen poco que ver con los habituales tipos del género, una suerte de vodevil lejos del concepto del amor galante y puro que suele gobernar nuestras comedias áureas. ¿Fidelidad? ¿Amor ideal? ¿Constancia? ¿Matrimonios? ¿Contención?. No esperen ver nada de esto. Nuestros personajes viven al día desde el punto de vista económico y emocional; nada importa salvo conseguir el dinero inmediato, el placer en el momento con un solo propósito: que el espectador abra el ojo y no se fíe de nadie que venga en nombre del amor. Un Madrid en el que se compran y se venden objetos robados a los padres, se engaña sin pudor a los amantes y se exprimen los bolsillos de los pretendientes incautos.

 

Eduardo Vasco mantiene fidelidad al texto original con un añadido gracioso para ponerlo al día con la variedad de actual de identidades de género; apoya el montaje en una escenografía muy sencilla a base de un tablado circular con retablo al fondo, que gira creando ambientes, ideado por Carolina González, que junto al vestuario de Lorenzo Caprile nos coloca en la época, ambientada con la ayuda de la iluminación de Miguel Ángel Camacho. Vasco ha creado una banda musical divertida que junto a las lecciones de esgrima de José Luis Massó contribuye a la amenidad y brillantez del espectáculo.

 

El reparto es digno de un merecido notable, aunque el director haya forzado la veta cómica y algunos personajes se excedan en gesticulaciones grotescas; y el tono general peque de buenos puñados de sal gorda al gusto carpetovetónico. Rafael Ortiz hace un galán ajustado y Manuel Pico una histriónica réplica del típico criado/cómplice/consejero.

 

Noviembre Compañía de Teatro, la compañía de Yolanda Pallín y Eduardo Vasco, se apunta otro tanto en su más que correcto recorrido explorando los clásicos desde 1995, interrumpido entre 2004 y 2011 para que Vasco ocupara el cargo de director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico . Abre el ojo es el segundo título de Rojas Zorrilla que aborda la compañía, tras ‘Entre bobos anda el juego’ (ver nuestra reseña) en 2019. ‘Donde hay agravios no hay celos’ la había montado Helena Pimenta en 2014 para la CNTC y Eduardo Vasco en 2022 con el Teatro Libre de Bogotá.

 

‘Abre el ojo’ -cuyo título original ‘Abrir los ojos’ se ha modificado ligeramente por secreto designio- llega a Madrid muy rodada en los últimos meses. Se presencia gratamente y se escucha con placer.

 

José Catalán Deus

Periodista digital

7/10/2023

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Web actualizada 21/4/2024

 

 

 

 

 

 

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