"Aunque hubiera sido el único que escribió, él sólo bastaría para hacer de Azorín uno de los más elegantes artesanos de nuestra lengua y el creador de un género en el que se alían la fantasía y la observación, la crónica de viaje y la crítica literaria, el diario íntimo y el reportaje periodístico, para producir, condensada como la luz en una piedra preciosa, una obra de consumada orfebrería artística."
Mario Vargas Llosa, 1996
En 1905 se conmemoró el III centenario de la aparición de la primera parte del Quijote, el diario madrileño El imparcial, envió a una de sus más conocidas y respetadas plumas a La Mancha, para repetir el camino que el ingenioso hidalgo recorriera en el libro. Desde su cuarto en una pensión, Azorín comienza este relato que le lleva por la ruta de Don Quijote, tratando de encontrar, a través de su propio relato y de los lugares y las gentes que encuentra, si algo quedó de las andanzas del caballero.
Con su maleta, dos libros, un lápiz, notas y papel, el escritor sigue, primero en tren, y después montado en un carro que guía un confitero de Alcázar de San Juan, los pasos del personaje literario más importante de nuestra literatura. La esencia de Miguel de Cervantes y de su obra aparece sorprendentemente reflejada en los más pequeños detalles, en aquellos rincones donde la literatura que se suele escribir por encargo no consigue encontrar nada.
Las quince crónicas que envía al periódico componen La ruta de Don Quijote, a la que añade, posteriormente en su primera edición como libro, el gracioso artículo Pequeña guía para los extranjeros que nos visiten con motivo del centenario, subtitulada The time they lose in spain.
La adaptación teatral de esta aventura trata de partir de este magnífico texto narrativo, periodístico y lindante con lo poético, para convertirlo en una experiencia teatral emocionante. Mediante un castellano de una riqueza, hoy olvidada, el espectador recorrerá lugares por los que cabalgó don Quijote y percibirá el aroma de lo cervantino de una manera íntima y personal.
El juego teatral, volcado en el trabajo de uno de los mejores actores de nuestro país, Arturo Querejeta, narra el periplo manchego de Azorín mediante las convenciones propias del género. Nos permite mirar, desde una perspectiva actual, las impresiones del joven periodista de una España, la de 1905, que, pese a la distancia nos parece cercana. La ruta de Don Quijote, con toda su melancolía de viaje imposible, persigue una figura literaria, ya fugaz, y busca las huellas y los orígenes del libro más español de todos los tiempos.
Eduardo Vasco